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JUSTIFICACIÓN

Los griegos, los padres de nuestra cultura occidental, ya estudiaron la música y su relación tanto con el universo (Pitágoras fue el primero, que sepamos, que relacionó música y matemáticas en “la música de la esferas”) como con las pasiones y virtudes del hombre: Aristóteles en su “retórica” y en su “política” al igual que Platón en “la República” hablan de cómo la música tiene capacidades éticas y es necesario incluso legislar y regular la educación de la música ya que ésta puede provocar estados de ánimo “peligrosos” o encender pasiones no deseadas así como tiene la capacidad de de sanar el alma y elevarla junto a los dioses.

En tiempo más recientes, siendo Papa Gregorio VII, se llevó a cabo el famoso “Concilio de Trento” en el que, entre otras muchas cosas, se reforma la manera en que se interpretaba y componía la música “Aparten también de sus iglesias aquellas músicas en que ya con el órgano, ya con el canto se mezclan cosas impuras y lascivas; así como toda conducta secular, (…) para que, precavido esto, parezca y pueda con verdad llamarse casa de oración la casa del Señor”.

Es claro, pues, que las  pasiones, emociones, anhelos y demás estados que la música provoca han preocupado y preocupan a todos los estamentos en todas las épocas.

La capacidad que se le supone a la música de transmitir la convierte en peligrosa arma para algunos y en herramienta para la mística para otros-entre los que me hallo-.

Aprender a expresar de una manera lúdica y divertida es sembrar el arte en el corazón de los chavales y hacerles el gran favor de mostrarles una manera  terapéutica de formular sus emociones.

Justificación: Acerca de
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